Sin Lugar a Dudas

Cosas pequeñas con gran amor

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Como se podrán imaginar, yo recibo mucha correspondencia en mi oficina. La mayoría son de rutina- como invitaciones, respuestas, sugerencias, quejas, reportes, periódicos y boletines. Mucha de la correspondencia yo me encargo de leerla y yo mismo la contesto. Algunas pues se las doy a algún miembro del personal porque muchas veces ellos son los expertos en la información.

En varias ocasiones he recibido alguna correspondencia que me ha llamado la atención. Como es el caso de una carta tan sencilla que recibí el otro día.

Venía en un sobre pequeño, blanco. Era anónimo, no tenia nombre ni dirección, solo tenía unas palabras escritas en un pedazo de papel y decía así: “donación para la comida de los sacerdotes” y dentro traía un billete de cinco dólares.

“Dios mío” me dije a mi mismo o a lo mejor lo dije en voz alta, estaba muy desconcertado y estaba seguro que fue un gesto sincero de alguien que con mucha compasión y amor se lo está otorgando a nuestros sacerdotes. Yo no sé, o tal vez estaba destinado a ir a la colecta que se hace para los sacerdotes retirados, o tal vez para El Fondo de las Caridades Católicas la cual se está llevando a cabo. En fin, se notaba pues, que la letra era de una persona mayor. “Un viudo o una viuda pobre” pensé.

De todas maneras me sentí muy conmovido con ese gesto.

En otra ocasión, tuve una conversación con una señora muy católica que me decía que se sentía muy mal porque no había podido asistir a la iglesia el Miércoles de ceniza. Ella me decía que tenía todas las intenciones de ir pero que había ido al asilo de ancianos a ver a su papá y allí se entretuvo y a la vez recibió una llamada de un familiar que le contaba que su esposo estaba gravemente enfermo de cáncer. Yo le dije que ese día había hecho una gran obra de caridad y eso es más importante que haber ido a recibir las cenizas en la frente, y esas obras capturaron perfectamente el espíritu de la Cuaresma y las metas que tenemos en este Año de la Misericordia.

Un detalle y modesto donativo para que podamos cuidar a nuestros sacerdotes, un acto de compasión hacia un miembro de la familia en un día tan agitado, son actos buenos en la vida de un cristiano. Más tarde haciendo mis oraciones, lo recapacité.

También pensé en las palabras que dijo la Santa Madre Teresa: “Dios nos ha creado para hacer cosas pequeñas con gran amor. Yo creo que el amor viene o debería de venir de nuestro corazón, que tiene que comenzar en la casa- con mi familia, con mis vecinos del otro lado de la calle y con los que viven junto a mi casa”.

Como cristianos siempre pedimos por la paz y la justicia en el mundo, y es fácil desviarnos y no pensar en que podemos hacer cosas para cambiar el mundo: como deshacernos de las guerras, el terrorismo, el crimen, la pobreza, la adicción a las drogas o ver tanta gente sin hogar. Y como decía la Madre Teresa, el amor comienza en mi propia familia y con mis vecinos mas cercanos.

Este Jubileo de la Misericordia se enfoca en las obras corporales y espirituales de la Misericordia, prácticas que abrazan a Cristo en un llamado de amor y compasión. Las obras corporales de la Misericordia particularmente nos animan a ayudar y a darle de comer al hambriento, vestir al desnudo y a visitar al enfermo. Algunas de estas prácticas podemos hacer muy fácilmente en nuestra vida diaria si de verdad estamos al tanto de lo que pasa a nuestro alrededor y si somos caritativos.

Solo piense en las oportunidades que tiene a diario en su camino.

¿Podría usted darle el paso a alguien que está parado en el tráfico y está adelante de usted, o alguien que está en la fila de una farmacia y tiene muchas cosas que pagar?

¿Podría usted visitar a una persona o familiar que se encuentra en un asilo de ancianos, o a un vecino que no sale de la casa y muchas veces se queda sentado todo el día y se siente solo y deprimido?

¿Podría usted enviarle una tarjeta a alguien que perdió un ser querido hace como un mes y todavía está sufriendo mucho?

¿Y qué tal alguien que perdió a su perro, su amigo inseparable?

¿Podría usted llevar a alguien a la misa algún domingo, o llevarlo a hacer diligencias o tal vez solo a dar un paseo alguna tarde?

¿Podría usted dar un poco de tiempo, dinero y comida al almacén de comida de su parroquia o quizá unas palabras de agradecimiento a los voluntarios que allí trabajan?

¿Podría usted hacer el esfuerzo de revisar su closet y ver si tiene ropa o zapatos extras y regalarlos a alguien que no tiene, o donarlos a una entidad caritativa? Si usted está bien de salud,

¿Podría cerciorarse de que la casa de su vecino no tenga hielo o nieve y podría pedirle a su hijo adolescente que le haga una pequeña limpieza?

¿Podría…….? (aquí es donde usted tiene que contestar con sus ideas acerca de su caridad diaria) la vida está llena de oportunidades para poder hacer “cosas pequeñas con gran amor”. La Cuaresma en este Año de Misericordia es el tiempo perfecto para practicarlo, para hacerlo y descubrirlo.

¿Ha, y el billete de cinco dólares que recibí para comprarle la comida a los sacerdotes? ¡Lo mandé para la catedral! ¡No quiero que aguante hambre mi vecino!